Codo de tenista o codo de golfista: cómo distinguir si sufres alguna de estas lesiones
Te ayudamos a distinguir entre estas dos molestias, a menudo confundidas entre ellas.
Aunque el hombro y las rodillas se llevan la palma en lo que a molestias articulares se refiere, también es relativamente común escuchar a alguien quejándose de dolor en el codo. Cuando sacamos ese perfil médico que toda persona lleva dentro, aunque sus conocimientos sean nulos, solemos decir que «eso seguro que es codo de tenista». La realidad es que conviene que lo mire un traumatólogo o un fisio para saber qué nos ocurre, pero sí que hay dos molestias típicas, tanto que ya se las conoce como el llamado codo de golfista y el codo de tenista. Curiosamente en ninguno de los dos casos tiene necesariamente que ver con la práctica de estos deportes.
Este tipo de dolor ocurre cuando se produce cierta inflamación de los tendones del codo, ya sea por un uso o sobrecarga excesiva o por su degeneración a lo largo del tiempo. El codo de tenista es el que se asocia a la parte externa del codo (en el hueso epicóndilo lateral), y en medicina se conoce como epicondilitis lateral y, tal y como decíamos antes, no hay una relación necesaria con el deporte que practiques. El codo de golfista se conoce como epicondilitis medial y causa dolor en la parte interna o medial del codo. No es necesario que hayas hecho ninguna barbaridad para que aparezcan estos dolores, tareas cotidianas tales como cargar con bolsas de la compra, llevar el ordenador portátil en una posición concreta día tras día, un bolso pesado o el equipaje de mano pueden acabar ocasionándote cualquiera de estas dos dolencias.
En otras ocasiones este dolor tan característico aparece tras un movimiento o una tensión prolongada que hayamos mantenido durante cualquier tarea que nos tenga ocupados un buen rato. Podría ser la consecuencia del día que decidimos pasar un día pintando las paredes de casa, arreglando un jardín, o colgando todos los cuadros posibles en una mañana por poner ejemplos domésticos que nada tienen que ver con la actividad deportiva. Este tipo de posturas pueden sobrecargar el punto de unión del tendón al hueso, ya sea en la parte interior o exterior del codo y el resultado es una molestia que aumenta cuanto más extendido está el brazo y puede llegar a ser muy limitante haciendo que duelan mucho cosas tan simples como abrir una puerta, cepillarnos los dientes, girar el volante o levantar una taza para beber. Tenemos que entender que el músculo puede generar gran tensión en el tendón, más de la que es capaz de soportar y de ahí el dolor.
¿Qué puedo hacer para solucionarlo?
En primer lugar, hay que evitar cualquier actividad que cause o aumente el dolor, dicho así parece fácil pero si hasta con el movimiento más simple sientes molestias, la cosa se complica. Como siempre lo mejor es prevenir, así que al finalizar alguna tarea o un de entrenamiento especialmente intensos o en el que tus codos se hayan visto bastante implicados, estira bien antes y después ya que previene la rigidez y mantiene la longitud y flexibilidad muscular. Además, intenta seguir estos consejos:
• Evita los movimientos de muñeca forzados o repetitivos, e intenta sustituirlos o complementarlos con otros movimientos que se puedan hacer con todo el tronco o las piernas facilitando la activación de grupos musculares más grandes. Recuerda siempre que cosas tan simples como pintar, limpiar ventanas, martillar o serrar objetos también pueden acabar en un ‘codo de tenista’
• Algo aparentemente inofensivo: Cuando muevas el ratón del ordenador intenta utilizar el hombro y el codo para crear el movimiento en lugar de utilizar los dedos o la muñeca.
• Evita mantener el codo recto con la muñeca extendida hacia atrás, como por ejemplo cuando llevamos equipaje de mano o una bolsa pesada detrás de nosotros, o cuando se monta en bicicleta.
• Elije herramientas correctas cuando trabajes en el jardín o realices tareas domésticas, ya que esto puede minimizar el riesgo de lesiones. Mejor si son herramientas con mangos de goma grandes que sean fáciles de agarrar y sujetar.
• Al levantar peso en tu día a día, trata de utilizar las dos manos siempre que sea posible. Esta distribución del peso en ambos brazos disminuye la tensión en el área lesionada o que empieza a dar señales de estarlo. Cuidado con gestos tan simples como sostener objetos con una mano, como un balde o el asa de una bolsa de supermercado, pueden aumentar la tensión en los músculos afectados.
• Aplicar hielo tras la actividad disminuye el dolor y la inflamación. Si notas que empiezas a tener molestias no dudes en utilizarlo aunque no se puede convertir en una norma.
¿Cuándo debemos buscar tratamiento?
Si estos consejos no solucionan el problema a corto-medio plazo, puede ser el momento de acudir al médico. Si tiene epicondilitis lateral o medial, la fisioterapia puede ayudarte a aliviar el dolor y recuperar la flexibilidad y la fuerza. Un profesional cualificado será quien pueda indicarte qué ejercicios hacer para ayudar a curar el tendón sin aumentar el dolor. Normalmente con esto debería ser suficiente, un poco de descanso y unos ejercicios concretos y controlados suelen ser ‘mano de santo’ casi siempre, pero hay que aprender a escuchar a tu cuerpo, sobre todo cuando te pide a gritos parar.